San Cristóbal de las Casas


Antes de escribir sobre Mexico, tuve un periodo de reflexión profunda puesto que estoy enamorada de mi país y es difícil encontrar un lugar en particular sobre el cual escribir, me encantaría hacer una novela sobre todo el país, y las memorias interminables que tengo de ciudades, pueblos, bosques y lugares perdidos en la nada, pero la finalidad de mi blog no es esa, y aunque trato de ser lo más imparcial que se pueda tengo que elegir, y trataré de compartir mi visión de este país tan mágico y real, tan bello y violento, tan salvaje y romántico, tan único como cualquier lado que he visitado y me ha marcado en lo más íntimo.

Empezare diciendo que el lugar del que voy a hablar está situado en un hermoso valle, rodeado de bosques de pino,  perdido en  medio de 10 cerros, ha sido un lugar popular para los viajeros locales y extranjeros desde hace década, es un placer explorar sus calles empedradas, sus mercados de artesanías y respirar el aire mítico de esta ciudad que algunos llaman pueblo mágico. Su historia hace aún más fuerte el encanto ancestral que se guarda en el corazón de cualquier mexicano y aunque ha sido escenario de violentos encuentros entre el ejército y sus pobladores, esto es una
parte intima de la personalidad que la identifica.

San Cristóbal es una ciudad mediana que goza de un ambiente particular, una de las joyas por las cuales cualquiera se sentiría orgulloso de vivir en ella. Su arquitectura colonial testigo de los cientos de años que han pasado por ella concuerdan a la perfección con los campos de maíz aledaños y los paisajes surrealistas que desfilan a lo largo del día, dejándola intacta y suspendida en el tiempo para siempre.

Las civilizaciones Tzotziles y Tzeltal que habitan los alrededores, hacen de San Cristóbal el corazón de una de las más antiguas herencias indígenas que quedan en nuestro país. Un extraordinario tesoro natural para explorar, y en donde las más antiguas costumbres coexisten con el confort y lujo de nuestros tiempos.

Caminar en San Cristóbal, es atravesar en el tiempo, en sus calles lleva impregnada su identidad rebelde y romántica que la hacen tan especial, las infraestructuras modernas, el turismo y los miles de visitantes que pasan a diario por ella la han convertido en lo que es hoy: la mezcla de dos mundos que han aprendido a aceptarse y respetarse.

Fundada en 1528, fue una de las primeras ciudades de la Nueva España, declara su Independencia en 1823, perteneciendo al estado de Chiapas, pasa a ser parte de Tuxtla Gutierrez en 1892 después de varios años de lucha. 

Visitar San Cristóbal necesita una atención particular, ya que en los alrededores hay mucho que explorar, pero a continuación hare una lista de lo que considero se puede hacer, tomando en cuenta que caminar por ella, pasear en sus mercados y plazas o simplemente perderse en uno de sus paseos turísticos disfrutando de un café, un vino,o comer en una de sus numerosas terrazas, es parte de la experiencia que esta nos ofrece.

El punto más pintoresco para iniciar cualquier recorrido es su Plaza Principal, con su kiosco de inicios del siglo XX, rodeada por los portales y las más destacadas obras arquitectónicas, como la Catedral de San Cristóbal. La catedral de San Cristóbal,  sede de la Diócesis de la provincia de Chiapas, dedicada a La Asunción, inició su construcción en 1528 y fue llamada Catedral de San Cristóbal Mártir. El edificio original sufrió algunas transformaciones y fue reconstruido en el siglo XVII. El interior conserva interesantes piezas de arte como el púlpito, obra del siglo XVI, el altar de los Reyes, dos bellos retablos de estilo barroco salomónico y bellas pinturas con temas religiosos.

El Templo de San Nicolás se encuentra atrás de la catedral es uno de los primeros de la ciudad, dedicado a los indígenas. Posee una sencilla fachada que termina en una espadaña, la cual se alza entre dos torres circulares que semejan gruesos remates.

El templo y ex convento de Santo Domingo de Guzmán es uno de los edificios más bellos de la ciudad; en su magnífica fachada de estilo barroco salomónico se despliegan motivos ornamentales realizados por los indígenas en argamasa sobre piedra. Su interior guarda una colección de ocho retablos barrocos realizados entre los siglos XVI y XVIII.

La casa de la Sirena fue la residencia de un personaje llamado Andrés de Tovilla en el siglo XVI, se le conoce así por la escultura que decora su esquina.

Su gastronomía ofrece platillos como: los quesos rellenos, la chanfaina, las chalupas coletas, los plátanos machos, la sopa de pan asado y los tamales de chipilín o azafrán. En cuanto a las bebidas está el atole de granillo; el “posh”, una bebida típica de la zona, sagrada para los nativos, y el inigualable café de la región.

La ciudad de San Cristóbal de Las Casas es considerada "La capital cultural de Chiapas".

Después de haber visitado San Cristóbal me llevo la impresión de haber visitado uno de los lugares más preservados de la historia de nuestro país. Escuchar dialectos que solo existen en este lugar, la belleza única de los indígenas que flotan en sus calles, la desigualdad social y el malestar que esto me provoca, los colores que la pintan, y el aire mítico que sale de sus entrañas son el relato que se escribe a diario en ella, que nos ha sorprendido, motivado o cautivado a nosotros y seguramente a todas las generaciones que han pasado por ella.


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